Como su cuerpo es nuestro cuerpo,
desde esos huesos de roca a la sangre del mar
no puede existir una auténtica separación
entre las personas y la tierra.
Nos vemos a nosotros mismos en todo el mundo.
Como su cuerpo es nuestro cuerpo
desde el aliento del viento al beso de la lluvia,
hablamos con sus palabras y con su voz.
Ella es, primero, nuestra inspiración
y también nuestra segunda naturaleza,
nuestra última esperanza.
Como su cuerpo es nuestro cuerpo,
desde las semillas del cereal
al vientre de un campo cultivado,
nuestras alegrías y penas nos son devueltas,
nos ponemos a su servicio,
sólo recogeremos lo que hayamos sembrado,
ya que su cuerpo es nuestro cuerpo.
Elizabeth Barrette
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