jueves, 12 de abril de 2012

DEMASIADO JOVEN...

clip_image001 Hace tiempo conocí gracias a este gran invento que es internet a un buen hombre, Agus. Teníamos conversaciones mediante el mail y nos llevábamos bastante bien. Hace años le perdí la pista; simplemente, dejó de contestar a mis correos. Desconozco la causa de su "marcha", pero realmente echo de menos nuestras conversaciones...

Todo este rollo viene a que además, de buena persona es un gran escritor y durante nuestra breve correspondencia, me hizo regalos en forma de cuentos. Uno de ellos es éste, titulado "Demasiado joven". Me tomo la libertad de colgarlo aquí, para que disfrutéis de su arte. Espero que no le importe...

Ojalá lo vea y se acuerde de mi… yo me acuerdo mucho de ti Agus..

clip_image002 DEMASIADO JOVEN clip_image002[1]

-Mamá, mamá he tenido un sueño muy raro.

Ella estaba, como siempre ausente. Los ojos enrojecidos, no le quedaban lágrimas por derramar. Si no hubiese sido por su hijo, haría ya 4 años que no estaría, pero era lo único que le quedaba para vivir.

-Demasiado joven, -decía siempre su madre- demasiado joven para casarte, demasiado joven para tener un hijo, hija piénsatelo.

Demasiado joven Ramón, para coger los horribles anticuerpos, si al menos hubiese sido ahora, tendrías más posibilidad de salvarte, pero hace 6 años era la muerte segura. Aquella maldita transfusión, la enfermedad, el perder la vida poco a poco y quedarse en la piel y el hueso. Mientras, nació el hijo fruto del amor que se tenían los dos. La desazón: ¿estaría él también contaminado del virus? La tranquilidad a medias, al menos el pequeño no estaba enfermo. Pero casi el día que el pequeño cumplía dos añitos y apenas empezaba a hablar, el se fue para siempre, dejo de sufrir. Tenía 30 años, era demasiado joven para morir.

Cientos de noches en blanco, siempre llorando. A sus 28 años tenia el alma vieja, demasiado joven para aguantar tanto sufrimiento en sus débiles espaldas.

-Mamá, mamá escúchame por favor, quiero contarte el sueño tan hermoso que he tenido… Verás yo era un pastor que cuidaba un rebaño de ovejitas y estaba dormido, envuelto en mantas, era de noche las estrellas brillaban en lo alto del cielo y de repente me desperté. Y vi una luz extraordinariamente blanca y un ángel que me hablaba. Al principio no le entendía. El me dijo que me levantase, que cerca de allí había ocurrido un milagro y que lo debía ver con mis propios ojos. Yo tenia miedo, no sabia donde me encontraba, estaba oscuro, pero el ángel me sonrió y alumbró mi camino.

Caminé y caminé y de pronto vi más luces y más ángeles que tocaban una música celestial y allí en un portal vi a un niño sonrosado, envuelto en un manto azul y recubierto de paja, que me miraba dulcemente. Su padre y su madre me dijeron me acercara. Al tenerme a su lado el niño me dijo:

-¡Hola Joel! no tengas miedo, quiero que sepas que nunca estarás solo, además de tu mamá, que siempre te cuidara, tu papá esta aquí y me dice que el vela todos tus sueños que esta muy feliz de verte crecer, que le cuentes a mamá que aunque ella no lo pueda ver, el estará siempre a vuestro lado y os protegerá y que desea seáis feliz como lo es el ahora.

-Dime, ¿tu sabes donde esta mi padre? –le pregunte yo al niño- mamá dice que se fue a hacer un largo viaje.

-Claro que si, esta en cielo, junto al ángel de la guarda al que todas las noches antes de dormirte le rezas tú.

-Y dime le puedo ver yo ahora, aunque solo sea un momento?

Inmediatamente papá apareció a mi lado, tenía una amplia sonrisa y una mirada muy limpia donde puede ver todas las estrellas del firmamento. El se agachó me dio un beso y luego de una pausa sin mover los labios apenas, oí que me decía:

-Y este otro dáselo a mamá, dile que confío mucho en ella y que os quiero mucho y ahora duérmete hijo mío, dulces sueños.

Y ya no recuerdo nada más mamá, solo que esta mañana me he despertado muy feliz.

Julia abrazó fuertemente a su hijo y unas lágrimas aparecieron en sus resecos ojos, pero esta vez no la invadía la tristeza, eran lágrimas de felicidad. A partir de hoy lucharía, lucharía con todas sus fuerzas para darle a su hijo lo mejor. En la radio sonaba un villancico y su hijo era demasiado joven para sufrir.

Agustí FONT

Jueves, 29 de noviembre de 2001

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