Damos las gracias a Brígida por el fuego
y la llama,
que nos calientan durante el frío amargo
como signo externo de la luz
de la inspiración.
Damos las gracias a Brígida por los aplausos
que los sabios valoran más que la cerveza
o el oro,
un festín que sacia el agudo apetito de la mente.
Damos las gracias a Brígida por la forja y el acero,
que hombres y mujeres lucharon en guerras para conseguir,
un metal brillante y terrible que otorga riquezas.
Damos las gracias a Brígida por las hierbas curativas,
que calman el ardor de la fiebre y eliminan la infección,
una bendición que agradecemos en su nombre.
Elevamos nuestras alabanzas a su signo y a su sello.
Ante su altar, a la luz de las velas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario